Desde que tengo uso de razón me he preguntado por qué al culminar los estudios universitarios la gran mayoría de los estudiantes no alcanzan sus objetivos deseados.
Luego de leer el resumen del libro de Ken Bain he llegado a esclarecer mis dudas encontrando en él la respuesta a mi pregunta, delegando a dos culpables en la caminata del cartón bajo el brazo.
Primer culpable: yo, estudiante del V año de Periodismo de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí; quien iría a imaginar que yo sería el culpable, es difícil poder aceptarlo pero más fácil es negarlo, luego de cinco años de estudios en la universidad me doy cuenta que en muchas ocasiones malgaste mi tiempo, que muchos amigos y familiares siempre se quejaban y me decían “como quisiera regresar el tiempo y estudiar, si lo hubiera hecho antes hoy no sería lo que soy” otros dicen “tenía razón mi padre porque no estudie” y así, al recorrer los caminos de la vida me fui dando cuenta que lo que haces hoy es lo que serás mañana.
Segundo culpable: Los profesores; y es aquí donde se empiezan a esclarecer mis dudas, luego de leer empecé a analizar el comportamiento de todos mis docentes universitarios y me percate que no todos cuenta con las virtudes que cita el autor llegando a la conclusión que tal vez la culpa no son de ellos si no de la forma ambigua de enseñanza que recibieron.
Sé que no soy nadie para juzgar, criticar o señalar culpables, por eso hoy decidí escribir este artículo dedicado a mis profesores, y poderles decir que la mejor forma de enseñar es conversar y conocer cuáles son los deseos, aspiraciones, alegrías, tristezas de cada uno de sus estudiantes compartiendo sus anécdotas vividas y mostrar soluciones positivas para un mejor desarrollo de los temas tratados.
Sé que si nos juntáramos el aprendizaje será en beneficio de los dos. Dejemos a un lado la distancia entre alumno y profesor y empecemos a trabajar juntos ya que solo así se podremos caminar sin el cartón bajo el brazo.
Luego de leer el resumen del libro de Ken Bain he llegado a esclarecer mis dudas encontrando en él la respuesta a mi pregunta, delegando a dos culpables en la caminata del cartón bajo el brazo.
Primer culpable: yo, estudiante del V año de Periodismo de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí; quien iría a imaginar que yo sería el culpable, es difícil poder aceptarlo pero más fácil es negarlo, luego de cinco años de estudios en la universidad me doy cuenta que en muchas ocasiones malgaste mi tiempo, que muchos amigos y familiares siempre se quejaban y me decían “como quisiera regresar el tiempo y estudiar, si lo hubiera hecho antes hoy no sería lo que soy” otros dicen “tenía razón mi padre porque no estudie” y así, al recorrer los caminos de la vida me fui dando cuenta que lo que haces hoy es lo que serás mañana.
Segundo culpable: Los profesores; y es aquí donde se empiezan a esclarecer mis dudas, luego de leer empecé a analizar el comportamiento de todos mis docentes universitarios y me percate que no todos cuenta con las virtudes que cita el autor llegando a la conclusión que tal vez la culpa no son de ellos si no de la forma ambigua de enseñanza que recibieron.
Sé que no soy nadie para juzgar, criticar o señalar culpables, por eso hoy decidí escribir este artículo dedicado a mis profesores, y poderles decir que la mejor forma de enseñar es conversar y conocer cuáles son los deseos, aspiraciones, alegrías, tristezas de cada uno de sus estudiantes compartiendo sus anécdotas vividas y mostrar soluciones positivas para un mejor desarrollo de los temas tratados.
Sé que si nos juntáramos el aprendizaje será en beneficio de los dos. Dejemos a un lado la distancia entre alumno y profesor y empecemos a trabajar juntos ya que solo así se podremos caminar sin el cartón bajo el brazo.